Después de algunos días probando Gnome-Shell y el modo FallBack de Gnome3, he decidido regresar al viejo Gnome 2.30.
Con Gnome-Shell me sentí muy bien, por lo menos como escritorio, pero aún hay cosas que no terminan de convencerme como usuario final. Hay cosas que aún no tiene y que necesito. La casi “nula personalización”, la poca cantidad de temas para Gtk3, algunos errores que se encuentran por el camino y el consumo (muy elevado para mi gusto) del Shell, son algunos de los motivos por los cuales, regresé a la versión anterior.
El modo Fallback está mejor en este último aspecto, pero carece de las cualidades de su hermano mayor, como por ejemplo, la posibilidad de hacer Screencast, entre otras cosas. Aunque logré ajustarle algunos detalles, es un poco frustrante no poder añadir o eliminar applets en el panel y todo es demasiado cerrado para mi gusto. Pero entiendo que aún le falta bastante desarrollo, y debo confesar, que por lo menos esta variante se comportó mejor que Unity 2D en las pruebas que hice.
Esperaré con ansias Gnome 3.2 y veremos si para ese entonces, este excelente entorno de escritorio está lo suficientemente maduro, como para abrirle una vez más, las puertas en mi disco duro. Mientras tanto, vuelvo a LMDE y Gnome 2.30.2